Con el ritmo de vida que llevamos, cumpliendo metas del sistema, pagando, acaparando cosas y dinero, pero sin tiempo para pensar, para sentir, saber hacia donde nos dirigimos. Tenemos un mayor uso de tecnología que nos da rapidez de información, comprar, comunicarnos instantáneamente, al mismo tiempo aislamiento, poco contacto real con las personas. Cuesta sentir conexión con la fuente interna, meditar o reflexionar, tener un momento de atención plena, sentir amor, paz, darnos tiempo para nosotros mismos, cuidarnos, amarnos, escucharnos, nutrirnos, descansar adecuadamente.
Es necesario en primer lugar, darse cuenta de lo sucede en el cuerpo físico, notar sus síntomas, sus dolores, ciclos y cuidarlo. Controlar tu mente con todos los pensamientos negativos y positivos, administrar lo que llega a nuestra cabeza, tratando de silenciar esas voces para llegar a captar la esencia del momento. Percibir tu espíritu que es lo mas profundo que reside dentro de ti, sentir esa calidez, esa fuerza, ese amor incondicional. Reconocer que eres parte de un todo y que no estás solo(a), retroalimentar esa fuente con lo que haces cada día, honrar eso que eres. Mantener el equilibrio en todos los planos de tu ser para fluir con esas energías sutil, al igual que la tierra, como vemos en el planeta, que siempre busca equilibrarse, pasa por procesos de cambio energético y físicamente se notan en lo geológico, nosotros también estamos en un proceso de elevación poco a poco, eso depende de nuestra constancia y voluntad.
Si casi siempre estamos desgastados, desanimados,
consumidos por la rutina, nos sentimos agobiados, saturados de temas pendientes, inquietos, preocupados, bloqueamos la posibilidad de activar o acrecentar esa cuota vital.
Ni siquiera sabemos lo que sentimos, lo que realmente queremos y esperamos de nuestra existencia en este momento, vivimos en confusión, regidos por el ego, estamos arrepentidos de lo que hicimos antes, de habernos equivocado, dolidos porque alguien o algo no fue como pensamos, no llegó a nuestras espectativas, y ¿Donde está lo verdadero de nosotros mismos? ¿En que prioridad está nuestro espíritu? Hay muchos factores que nos hacen bajar la vibración.
Entonces ¿De qué forma podemos dar espacio a la divinidad en nosotros?
La auto-sanación vista como proceso personal, de autoconocimiento y de reflexión, es un comienzo, para equilibrar, armonizar lo que está desajustado en el cuerpo, en la mente, y en la emoción.
Lo ideal sería llegar a sentir una plenitud y felicidad constantes, alegría por vivir un nuevo día de oportunidades, independiente de factores externos, imágenes, personas, lugares o situaciones; sentir la fuerza de vida que emana desde nuestro propio ser, invisible pero notoria, como un aura poderosa cálida, mágnética, protectora y luminosa, que nos mantiene saludables, nos brinda amor, nos hace sentir aprecio, agradecimiento, autoestima, autoconfianza, que somos aceptados, bendecidos tal cual somos, sea donde sea.
Para serles sincera, no existe una fórmula única, cada proceso es diferente, cada uno desde su realidad debe descubrir el sendero. No es algo complejo o rebuscado tampoco, puede ser algo muy sencillo si uno se lo propone. No debemos ser alguien especial, o perfecto, con muchos estudios o posición social-económica determinada, solo tener la intención clara, y buscar lo que sea necesario para realizar el proceso. Vivir aislados, lejos de los demás tampoco es un requisito; solo sentirte vivo, humano. Cuestionar tu existencia, más allá de la apariencia material de este plano; tener disposición, estar receptivos.
En mi caso, luego de cuestionar varias cosas como creencias, leyes, sistemas sociales, religiones, vida – muerte, amor, entre otros. he llegado a mis propias conclusiones, aunque sigo investigando siempre, no descarto nada, creo que todo nos puede enseñar y aportar incluso lo negativo, hechos terribles, crisis que nos obligan a sacar lo mejor. Personas que se han equivocado, son ignorantes, o que son malas por decirlo de una forma, nos pueden mostrar algo que quizás no veíamos claramente en nuestra propia vida que debemos cambiar nosotros, así integrar esa sabiduría.
Estoy comenzando a estudiar las enseñanzas sufi y budistas, junto con otras filosofías que parecen diferentes pero que todas tienen en común la búsqueda de Dios dentro de uno mismo. Nadie dijo que eso sería fácil o mágico. Es un proceso, una transformación de oruga a mariposa. Donde nosotros ayudamos a que nuestro ser sea un canal para que brote esa chispa, que haga luz, la conservamos, la cuidamos, la hacemos aumentar, hasta que se vuelve natural en uno, entonces ya uno se comienza a fusionar con ella.
Aquí no quiero decirles que hagan determinada práctica, o un curso, o algo en concreto. Ni pretendo ser gurú porque solo trato de buscar mi propio camino, un estado al que todos queremos acercarnos de alguna forma. Cada uno sabe lo que le sirve para el desarrollo, además que cada uno viene con diferentes dones, inteligencias, tiene maestría en algo lo domina o aún no lo descubre.
Pero puede ser más fácil de lo que creemos, porque incluso en una vida normal podemos estar trabajando en nosotros mismos, elevando nuestra vitalidad, sintiendo a dios y ser un canal por el cual se manifiesta lo positivo. Hay muchos caminos para alcanzar eso, no creo que sea un solo camino.
Consejos desde mi proceso personal.